Esta sección incluye obras producidas desde 2005, que resaltan el uso de rayas y texturas en pintura, dibujo y grabado. Se reúnen para demostrar el desarrollo de la serie y conocer algunas variantes temáticas y técnicas. La serie en su totalidad ha sido exitosa, la ha exhibido múltiples veces desde entonces, comenzando en la Sala Nacional y siguiendo en el Teatro Luis Poma, la Galería de Pascal en Suchitoto, la Casa de las Academias, el restaurante Ciao Bella, y en el Salón de Pintura en Homenaje a Licry Bicard, celebrado en 2006 en el Liceo Francés.
Fue la serie que le dio entrada a la Galería Espacio, e incluye las obras donadas al MARTE y a la Colección Nacional, ambas incluidas aquí.
«Las formas, los colores, y los materiales en mis trabajos van girando en ciclos, considero esto un presente continuo. Simplifico el espacio. Los relieves en mi trabajo me van dando un soporte visual-mental donde existe la textura y el color.
Me parece llegar al punto de encuentro donde no hay palabras… La ansiedad, la desesperación, el contorno que nos rodea, atacan la obra; es parte de la vida y el surgir es el complemento».
«Me parece que trabajé la nada. Era tan nada que se llenaron de elementos sin voz». -Licry.
En 2005, expone junto a Negra Alvarez y Maria Kahn, sus amigas exalumnas de Seúl en la puesta presencia continua, en la sala nacional de exposiciones, ahí expone dos series. La primera está compuesta por pinturas monocromáticas en rojo junto a maniquíes de almacén, rotos y restaurados, instalados frente a las pinturas para entablar un discurso sobre el conflicto armado: ese sitio donde para la artista no hay palabras, donde no encuentra su voz. La segunda serie son pequeños dibujos en miniatura, los cuales se tratan en el próximo capítulo. Bicard continúa ambas series hasta el presente.
La serie Huellas está integrada por pinturas acrílicas monocromáticas construidas con base en rayas verticales u horizontales aplicadas con tenedores plásticos. Esta se ha desarrollado cambiando formatos (de rectángulos a cuadrados), tamaños, colores y texturas (ver láminas 57-59). También incluye obras sobre papel enrolladas en cilindros (exhibidos aquí planos y enmarcados; ver lámina 65) y cubos escultóricos, ambos instalados colgando del cielo. La aplicación de textura se logra incorporando polvo de mármol al acrílico. El gesto repetido de rayar una y otra vez para llenar la superficie del cuadro marca hasta la respiración de la artista. Dice Bicard: «…mis herramientas fueron una espátula y un tenedor plástico. Con él rayé y rayé las superficies como arañazos». Continúa: «Las rayas son heridas ásperas»
Las Huellas toman otra connotación con esta explicación. La primera clave la dio la primera vez que se exhibieron , junto a los maquíes alusivos a la guerra. Exhibidas desde entonces sin ellos, tienden a interpretarse como obras
decorativas y modernas, pero esta lectura pasa por alto la angustia que la inspiró, así como el horror al vacío que representan, ese sinfín de rayas o arañazos.
Para la artista, los colores no denotan un contenido político; más bien, el uso de color es simbólico: el rojo es la pasión, el azul es el mar, el verde es el color de las luciérnagas o lo mágico, y el amarillo es la inteligencia. En otras obras hace uso de la hoja de oro.
Dos de las obras que ocupan esta técnica hacen uso de la figuración, como sucede en Dualidad y Autorretrato; mientras que, en otras, la artista ocupa el tema de los glifos prehispánicos, como en Formas, Garnacha y Reminiscencias. Autorretrato es de especial mención como parte de un grupo de obras de autorrepresentación, que llaman la atención por ser figuras sin rostros. Según explica la artista, «es un reflejo del espíritu, que no tiene forma».
Una de las razones por las cuales Bicard pinta es porque lo considera como el sitio donde ella se encuentra a sí misma, donde se reconoce y se identifica. Y es, en esta serie, donde generalmente hay pocos referentes del mundo que la rodea, donde este tipo de entendimientos interiores se pueden encontrar. En el acto de hacer su obra, las memorias de infancia y de vida de la artista llegan a su conciencia y concentración. Comenta: Cuando pinto siempre me identifico con un alguien: con mi yo interno que tiene un nombre, y es Licry Bicard».
Otras obras incluyen texto, como podemos apreciar en el borde de la lámina 65, la cual contiene un poema que le inspiró la sensibilidad de Federico García Lorca (1898-1936), » … fragmentos que me llaman la atención, no pensando en mensajes sino lo que siento o he sentido al leer o escribir unas líneas».
Por último, tenemos dos ejemplos en obra sobre papel de la serie Muros, en fondos negros y rayados con una herramienta puntiaguda, que raspa la superficie dejando líneas blancas del papel. En estas obras, Bicard dibuja rápidamente con gestos expresivos para luego volver a trabajarlos con paciencia, pero sin representaciones reconocibles, influencia de los dibujos de Jean Dubuffet (1901-1985).