Desde sus inicios, Bicard ha incluido el tema del paisaje en su obra, y es uno de sus temas centrales. Sus primeras pinturas de 1969, y muchas de las de la siguiente década, fueron paisajes. Durante la primera mitad de los ochenta, los paisajes se volvieron tan oscuros como el resto de su pintura. En la década de los noventa, las obras relacionadas con Joya de Cerén también reflejan un paisaje en medio de cenizas, aunque los personajes prehispánicos representados toman prominencia. Años después, en 1999, ocupando grabados monotipos nuevamente, comienza una serie de paisajes boscosos. El colorido de la serie prehispánica previa queda reducida a verdes, cafés y otro color en algún detalle luminoso.
La segunda serie, exhibida como Tierra , hace uso de soportes con polvo de mármol trabajados como bajo relieves, los cuales son intervenidos (marcados, cortados, esculpidos) y luego pintados. Bicard admite una influencia del pintor matérico español
Antonio Jiménez (1945-2011). Además de las representaciones de bosques y árboles de la primera serie, nos da vistas aéreas y detalles de muros, lo cual abstrae las imágenes. El cambio en su paleta es notable y sorprendente, como comenta Janine Janowski:
«En efecto, nuestra sorpresa se debe a lo que adivino como una especie de mutación en el ser de Licry: un despojo radical de este anarquismo cromático que le caracterizaba y una economía
de formas que raya en una casi austeridad, en verdad, una personalidad artística transformada; el espectador logra admirar esas obras con el espíritu más sereno, más fascinado. (…) Con una superficie asemejándose a la cerámica, a veces, tosca, rugosa, otras veces con aspecto de voluptuosidad suave y lisa, con perforaciones que dejan adivinar este andamio conceptual que precede a toda ejecución concreta, Licry nos propone un espectáculo que invoca la mirada nueva, fresca…».
El cambio en su color lo podemos atar a una búsqueda de serenidad, contemplación, paz y sutileza. «Al ir por las carreteras y ver el paisaje, me doy cuenta de que el muro y las canteras tienen su belleza. De repente, las piedras de colores y los muros, me han motivado…». Un año más tarde, esa paz y serenidad serían destruidas, ya que en 2001 el país sufrió un terremoto en las cercanías de la finca de su familia, y el lugar de placenteras vistas desde lo alto de la montaña se vio golpeado por deslizamientos de tierra. La fragilidad y la erosión de la tierra la impactan fuertemente. Así comienza una tercera serie de pinturas en formatos grandes, muchos de ellos en composiciones cuadradas, en los que además de las expansivas vistas nubladas, también vemos la erosión en las colinas y montañas . Dicha serie tiene también como referentes a los desolados paisajes de Castilla en España, y a la pintura paisajística de su profesor español José S. Carralero (1950), a quien visitó en 1988.
«Licry Bicard nos ofrece paisajes pictóricos, pastosos, ricos en color y cargados de energía gestual, en ellos nos encontramos con espacios vacíos y luminosos, a manera de escenarios, que ciertamente expresan un dejo melancólico pero también una potencialidad vital muy especial». -Rodolfo Molina.
Aproximadamente en 2008, sus paisajes se transforman, una vez más, en lo que podríamos llamar una cuarta serie de paisajes. Lucen menos profundos y con cielos rojos. Podemos ver una influencia del pintor salvadoreño Raúl Elas Reyes (1918-1997) en la construcción geométrica de estos paisajes, y de Noé Canjura (1922-1970) en el empaste de sus paisajes franceses. Como una tercera influencia, pero técnica, incluye al maestro Roberto Arce, quien le ha enseñado sobre la preparación de paneles y telas, así como una manera de pintar que asegure un estado óptimo de conservación en el futuro. Dice Bicard «Estoy pegando el paisaje», en alusión a lo que visualmente parece un collage. El rojo de los cielos es un color sofocante y monocromático, sin nubes. Para la artista, el significado del cielo rojo es una llamada de alarma, no solo hacia el estado del medio ambiente, sino de nuestra sociedad en general. Reflejan una sutil crítica socio-política, pero de manera velada.
En una obra más reciente (ver lámina 56), vemos la intención de Bicard de integrar la serie temática de paisajes a la serie de textura que se explica con más detalle en la próxima sección, lo cual produce una síntesis rica en colorido y textura. Al bajar la vista y subir el horizonte, logra una profundidad espacial sorprendente en comparación con los paisajes con cielos rojos, y obtiene una sutileza atmosférica a través de un delicado colorido.